Por Anthony Buzzard
No es fuera de lo común escuchar a los feligreses cuando se quejan de que la Biblia es difícil de entender (¡Pedro dijo algo sobre esto en relación a algunas de las escrituras de Pablo! 2 Pe 3:16). El decir es: leer la Biblia es una tarea; muchas veces una disciplina forzada; hecho por deber en vez de amor. Esto no debe ser así. David exclamó: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.” [Sal 119.97]
La Biblia es un tónico necesario y agradable para todo cristiano que se ha sintonizado a su mensaje. Ese es el mensaje del Evangelio, cual es todo importante, ya que concierne su y mi participación en el programa inmortal de Dios a través del único Mediador entre Él y nosotros, el ser humano Jesucristo. Su y mi inmortalidad es la única cuestión de máxima importancia y significado. Nuestras vidas deben ser llevadas con ese objetivo firme en mente.
El problema es que los feligreses han aprendido muchas cosas en la iglesia que no se puede encontrar en la Biblia.
Estas cosas extranjeras confunden y traen desorden a su estudio Bíblico, aunque, al principio, reconocen el problema. La confusión proviene de un desastroso desarrollo post-bíblico que se inició tempranamente, desde el siglo 2. Es muy erróneo pensar que sólo en la época de Constantino en el siglo 4 las cosas se extraviaron. Mucho antes que esto el veneno devastador del “Gnosticismo”, un sistema filosófico pagano, ya se había introducido en la iglesia. ¡La iglesia del siglo 2 no empezó a sonar como Jesús! Mientras que Jesús era un Judío creyente en el credo monoteísta unitario de su herencia judía (Mar 12:29), la Iglesia alegando su nombre ya no lo hizo. El apartarse de la religión de Jesús es apartarse de Jesús. El Apóstol Juan, escribiendo hacia el final del primer siglo, trató valientemente de advertir sobre las inminentes nubes de confusión. Él sigue insistiendo en que creamos "que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios."
Él nunca dijo lo que suelen decir las iglesias de hoy: "Tiene que creer que Jesús ES Dios, ES Jehovah".
Instó a sus contemporáneos a "probar los espíritus" para ver si provenían de Dios, quien dio Su "espíritu de Verdad" (note que no es cualquier espíritu vago o experiencia espiritual, pero "el espíritu de la verdad.") Juan escribió: El que confiesa el Jesús quien "vino como una persona histórica humana", literalmente "a Jesucristo como el que vino en la carne" (1 Juan 4:2) ¡suena como un verdadero seguidor de Jesús! Pero el que no confiesa a ESE Jesús “no es de Dios”. Él ha sido inducido a error y engañado a creer a un diferente tipo de Jesús (cf. 2 Cor 11, donde Pablo trata sobre el mismo tema de advertencia).
No era una cuestión de creer en cualquier Jesús en diferencia a no creer en Jesús del todo. Era una cuestión de adherirse al verdadero Jesús, no al ficticio que fue el producto de la imaginación, influenciada por el Gnosticismo. Los gnósticos creían que el Dios Creador era muy distante de su mundo y no trataba con los seres humanos. Más bien, era necesario disponer de una o una serie de “eones” secundarios, o seres divinos. Quienes vendrían a la asistencia de una humanidad luchadora. Los gnósticos creían que todos éramos “almas” preexistentes temporalmente atrapadas en cuerpos, cuya deseaban ser liberadas de estos cuerpos, para que pudiéramos "ir a casa" en el cielo, de dónde venimos.
La historia de la Iglesia muestra que la iglesia del segundo siglo luchó contra este flagrante Gnosticismo. Pero la verdad fue que a pesar de sus pretensiones e intenciones, permitió a través “de la puerta trasera” elementos gnósticos muy paganos cual creían haber excluido. Así que hoy en día la doctrina del alma inmortal, cual nos hace pensar que los muertos realmente están vivos sin cuerpos, prevalece como un dogma incuestionable en muchos círculos. De la misma manera himnos cristianos y la oración y canciones populares están entrelazadas con un lenguaje engañoso de "ir a casa," volando hacia el cielo, dejando esta tierra hacia nuestro destino final.
Todo esto no suena como Jesús en absoluto. Muchos estudiosos, entre ellos el Obispo N. T. Wright, se quejan del paganismo que erróneamente llamamos Cristianismo.
Ningún lenguaje de “ir al cielo cuando morimos” refleja a Jesús. Aunque muchos profesan ser seguidores y amadores de Jesús, su lengua cotidiana nos dice otra historia.
Recientemente en un crucero me encontré con un léxico Griego estándar en la biblioteca del barco. Tomándolo de la estantería me dirigí a la definición de la palabra "tierra" en griego, que es una palabra de dos letras escrita "ge" (pronunciado en el griego moderno "ge", proveniente de geografía, el estudio de la tierra). Esta palabra significa simplemente "el mundo, la tierra" y como señala el diccionario, significa "la tierra en oposición a los cielos."
Los amantes de Jesús muestran hasta donde la tradición les ha movido el corazón de él cuando constantemente hablan y cantan sobre el "cielo", como nuestro objetivo. En vano mi primo, el Profesor J.A.T. Robinson, dijo desde Cambridge: "En la Biblia, en ningún lugar es el cielo el destino de los muertos." ¡La opinión popular es desenfrenada tanto por los eruditos, así como por el mismo Rabí Jesús! Jesús habla siempre de la recompensa cristiana y destino como el "mundo": “De que manera grandiosa serán los humildes felicitados, ellos recibirán la tierra/el mundo como herencia." (Mat 5:5). La Good News Bible pierde esa preciosa promesa de una manera muy injusta e imprecisa parafraseando las palabras de Jesús: "Bienaventurados los humildes, ellos heredarán lo que Dios les ha prometido." ¡De la claridad brillante, "el mundo, la tierra", a una vaga esperanza!
Amar a Jesús incluye amar lo que dijo, sus palabras. De lo contrario, podríamos ser justamente acusados por él con “labios vacíos de servicio”. "Me llaman Rabí y señor," dijo Jesús, "y hacen bien" (Juan 13:13). Pero, ¿“hacemos bien", si no aprendemos a pensar y hablar como el rabino que proclamamos como Señor? Es el Gnosticismo, una filosofía pagana, la fuente real de la lengua dentro y fuera de la iglesia, ¿o es Jesús? Lo que constantemente decimos nos enseña a pensar de una cierta forma. Lo que decimos será copiado por nuestros hijos. Sólo cuando el lenguaje de Jesús sobre el Reino de Dios que viene sobre la tierra es reintegrado y se encuentra en los labios de los cristianos, la lección se hará aprendida. Mientras tanto, esta revista perseverará, impávidamente, intentar que “sonemos como Jesús."
Apocalipsis 5:10 y Mateo 5:5 bien podrían ser colocado en el refrigerador hasta que aprendamos a seguir a Jesús en su pensamiento y hablar. Mejor aún, nuestros cantantes y escritores talentosos prestarían sus dones a la producción de letras y bellas melodías, celebrando las verdades gloriosas de Mat 5:5 y Ap. 5:10, e incluso, con cierta ingenuidad creativa, Mat 19:28 "ustedes que me han seguido: Cuando el mundo renazca, se sentaran en tronos para administrar las 12 tribus de Israel.” Él no estaba hablando de tocar un arpa en una nube, ni, con Billy Graham, de “pulir arco iris, tendiendo jardines y preparando platos celestiales.” Jesús, por supuesto, también dijo: “El que se avergüenza de mí y de mis palabras, yo avergonzará de él cuando vuelva" (véase Mar 8).
Sin duda necesitamos una nueva tradición de palabras bíblicas en nuestras canciones y sermones. Tenemos que suavizar el lenguaje del dicho "cuando fui salvo" (aunque no es mal) y prestar atención también a los textos como Rom 13:11, "nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos" (y no ¡"más atrás de nosotros"!). La salvación es sobre todo en el futuro en el NT. Es la meta de nuestra lucha cristiana actual.
Juan 3:16 es un texto hermoso, por supuesto, pero por si solo vago y no claro, si no es apoyada por el resto de lo que Juan escribió y el resto de lo que Jesús dijo. Jesús también dijo: "el que oye mi palabra y cree al que me envió..." ha pasado de muerte a la vida, de la oscuridad a la luz. Pero, ¿qué significa eso? ¿Qué es "mi palabra"?
Si uno está leyendo "mi palabra" en el sentido de un mensaje sólo sobre la muerte de Jesús por los pecados y de su resurrección, uno no está entendiendo a esto texto y muchos otros. Para averiguarnos sobre “la palabra, Evangelio" que Jesús predicó y pidió creer, tenemos que ir a Mateo, Marcos y Lucas. En Mateo 13:19, nos dice que "la palabra" es "la palabra acerca del Reino de Dios." Este es el tema critico—el Reino de Dios, cual es exactamente el mismo que el Reino de los Cielos (todos ellos basados en Daniel 7: 14, 18, 22, 27). "El que oye mi palabra," por lo tanto significa "el que escucha, entiende, cree y obedece a mi evangelio/Mensaje/Palabra sobre el Reino de Dios.”
Si usted piensa que a "Dios" (pronunciado o teos en el griego moderno), cual aparece unas 1300 veces en el Nuevo Testamento Griego como "Dios", debemos adorar y creer—y cree que este es un Dios Trino en tres personas, la Santísima Trinidad, no está pensando como Jesús. Jesús no se imagino que existía un Dios Trino. Conocía sólo a Dios como el único Padre, y solo a Él. ¿Cómo sabemos esto? ¿Cómo podemos descubrir esto en solo dos segundos? Al creer e imitar el lenguaje de Jesús: "Esta es la vida del siglo venidero, la vida eterna, que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien comisionaste como tu agente” {el significado de "enviado"}. Jesús allí es claramente diferenciado y distinguido del “único Dios verdadero." Dios es el Padre, una sola persona, no tres. Esto no es tan difícil. Jesús dijo que "El Señor nuestro Dios, el Señor es uno" (Mar 12:29) y "un Señor" no significa "tres Señores." Ahí lo tienen en su hermosa simplicidad. Pablo quería esa verdad también: "Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre y un solo Señor, Jesucristo" (1 Cor 8:4-6). ¿Con qué facilidad Pablo podría haber escrito, "para nosotros no hay más que un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo"?, pero en ninguna parte escribió esto. Ni el Nuevo Testamento nunca dice que Dios está compuesto de tres personas eternas. El Padre es siempre el Único Dios absoluto. Jesús es el hombre mediador y Mesías (1 Tim. 2:5 es el mejor, y más fácil resumen del credo). Jesús es el Hijo de Dios, porque el espíritu de Dios lo produjo, procreándolo milagrosamente en el vientre de su madre Davídica (Lucas 1:35).
Cuando el Evangelio del Reino se define primero como las noticias sobre la venida intervención apocalíptica de Dios, quien regresara a Su Hijo el Mesías, el programa de la inmortalidad del NT será evidente. Todo apunta hacia delante, no a nuestro momento individual de la muerte, sino a la llegada gloriosa del Mesías en el futuro. Él administrara el primer exitoso gobierno mundial y actualmente está entrenando y probando a creyentes cristianos a ser parte de ese gobierno royal. Buscar a Dios "en espíritu y verdad" implica la búsqueda de Él como "el único Dios verdadero" (Juan 17:3) y hacerlo a través del único Mediador, Jesucristo, el agente acreditado del único Dios.
Pruebe este modelo de esquema como un resumen de la Biblia y vea si su lectura viene a vida en una forma nueva. Tú y yo somos parte del épico más grande de todos los tiempos, el drama por el cual Dios y Jesús planean traer la restauración, el orden y la paz del mundo a una tierra ahora torturado. Satanás va hacer atado de un modo que su presente gobierno político de engaño, ya no puede continuar. Entonces, el Reino de Dios, con Jesús y los santos de todas las eras, a la cabeza del gobierno, garantizaran la paz y la prosperidad a gran escala, nunca antes experimentado. "Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra."
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